PUERTO CORTÉS. Hay personas que cuando mueren se vuelven eternas tal y como pasa con el profe Ricardo Fúnez pues esta no es una despedida, sino un hasta pronto cañón Fúnez.
A tempranas horas de la madrugada del viernes 01 de Octubre. Puerto Cortés recibió la nefasta noticia de la muerte del exfutbolista y entrenador.
Ricardo Guillermo Fúnez Rosales, fue oriundo de la ciudad de La Ceiba, en el año de 1946 su familia se traslado a la ciudad de Puerto Cortés en donde radicarían el resto de sus días.
Fúnez concluyó sus estudios primarios en la escuela Reginald H Hammer del querido barrio Campo Rojo en donde el cañoncito comenzó a mostrar dotes futbolísticos.
Su amor y pasión por el fútbol fueron creciendo de la mano del Platense, el equipo de sus amores.
La hinchada platensista tiene muchas razones para amarlo, respetarlo y admirarlo, pues formó parte de aquel Platense que se alzó como primer campeón de Honduras.
El zaguero selacio tenía una enorme potencia en su pierna izquierda lo que lo hizo acreedor del sobrenombre, «El Cañón» y su presencia era notable dentro del terreno de juego.
Durante 11 años vistió y defendió los colores del tiburón, llegando el fin de su carrera como jugador de fútbol en en 1971.
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Hata pronto Cañón Fúnez
Ricardo «el cañón» Fúnez siempre será recordado por haber formado parte de aquel Platense que se coronó como primer campeón de liga.
Sin embargo el reconocimiento y amor que profesan los porteños bien nacidos a aquel primer campeón no es exclusivamente por haber conseguido semejante logro.
Sino por las historias de amor, sacrificio y compromiso que rodeaban aquel mítico equipo que dejó todo para cubrir de gloria nuestra ciudad.
Una de las historias más frecuentes es que los jugadores de aquel Platense trabajaban en los muelles portuarios como cualquier obrero y al finalizar su jornada laboral se reunian para entrenar como equipo.
Por eso la muerte de alguién tan querido como el cañón Fúnez ha traido consigo una nube de nostalgia y de dolor sobre el puerto.
El incentivo para Fúnez y el resto de héroes que integraban aquel equipo era el amor al club, el amor a la ciudad, que aunque no lo vió nacer, fue quién le adopto como un hijo más.
No existían salarios ni incentivos económicos, solo un amor eterno entre dos enamorados que desde que se conocieron se amaron incondicionalmente, Platense y Cañón Fúnez.
No te diremos adiós profe, porque pronto todos nos encontraremos.
No te diremos adiós porque siempre que Platense trastabillé y los cobardes huyan, los porteños suspiraremos y pediremos que el cañón tome las riendas.
No te diremos adiós porque siempre vivirás en la cancha, la gradería, en el camerino, en las fuerzas básicas, en el corazón de Puerto Cortés.
Nunca te diremos adiós profe, solo Hasta pronto Cañón Fúnez.